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Grupo de Trabalho 7
Mutilacion Genital Femenina y Ley en Gran Bretaña

Anouk Guine[1]

Gran Bretaña, al igual que otras naciones europeas, al recibir en su territorio a inmigrantes provenientes de sus ex-colonias de Africa del Este y del Oeste, se encontró frente a una práctica cultural, la excisión, también llamada clitoridectomía o “mutilación genital femenina”, es decir, en su forma más “ligera”, la extirpación del clítoris. Si bien esta práctica contradice la noción europea de “derechos humanos”, es todavía defendida por gran parte de hombres y mujeres de estas comunidades africanas instaladas en Europa.

Gran Bretaña, seguida por Francia, Italia y Alemania, es el país europeo donde la excisión se practica con mayor frecuencia. Alrededor de 15000 mujeres y niñas instaladas en Gran Bretaña están actualmente expuestas a esta práctica, y la Asociación Médica Británica estima que 3000 de ellas son excisadas cada año (Cameron, Rawlings, 1998). En su mayoría son originarias de Etiopía, Gambia, Ghana, Costa de Marfil, Kenya, Nigeria, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Tanzania, Togo, Uganda y Zaire, siendo las somalíes las más afectadas (Forward, 1998).

La comunidad Somalí de Londres está estimada hoy en día en más de 45000, alrededor de la mitad tiene menos de 30 años y la mayoría de sus miembros llegó como refugiada en los últimos 10 años (LBWHAP, 1998). Los principales problemas que la afectan son la pobreza y el racismo. En el caso de las mujeres, se debe considerar adicionalmente los problemas provocados por la excisión.

Este trabajo se propone analizar, primero, la manera en que el gobierno británico, en los años 80, enfrentó la realidad de la excisión, y segundo, el impacto de la acción gubernamental sobre ciertos individuos, y en particular mujeres de la comunidad Somalí.

En 1985, el gobierno británico, en su voluntad de erradicar la excisión en Gran Bretaña, promulgó la ley de “Prohibición de la excisión” (Prohibition of Female Circumcision Act 1985), que declara “ofensa” el hecho de “excisar, infibular o mutilar la totalidad o cualquier parte de los labios grandes y menores o el clítoris de otra persona”

Es mi objetivo mostrar que esta ley no sólo es poco útil para eliminar la práctica, sino que también fomenta las divisiones según la raza, puesto que ciertas mujeres de origen africano, también opuestas a la excisión, percibieron esa ley como una manifestación de racismo. Usaré este término como hostilidad intergrupal cuyo origen se encuentra en relaciones coloniales donde la raza, como lo dice David Mason, es “una relación social caracterizada por una distribución desigual de poder”, y en la cual “las acciones sociales son ordenadas, justificadas y explicadas en referencia a sistemas de símbolos y creencias que enfatizan la relevancia social y cultural de características biologicamente arraigadas” (1995).

Por otra parte, es mi objetivo mostrar que aquí mujeres y niñas sufren una doble opresión de género, por parte de mujeres y hombres de su comunidad en el contexto de la práctica de la excisión, y por parte del gobierno en el contexto de la ley. Defino el término género como un sistema de desigualdad basado en la construcción social de las diferencias biológicas de sexo que funciona principalmente en detrimento de las mujeres y niñas en lo social, cultural, político y económico.

Soy de la opinión de que la excisión no es éticamente defendible y se tiene que erradicar, pero tampoco creo que sea defendible una estrategia contra la excisión si ésta es percibida por ciertos individuos como opresión de raza. Creo que una condición esencial para evitar esta situación de hostilidad, y sobre todo para eliminar la excisión de manera eficiente, es poseer una verdadera voluntad de comprensión del contexto cultural e histórico de la excisión. De hecho, no es suficiente que las distintas partes aqui interesadas, es decir el gobierno, asociaciones humanitarias y grupos de mujeres africanas tengan la misma meta y convicción de eliminar la excisión. Debe también haber un consenso acerca de la mejor manera de eliminar esta práctica a partir de un buen conocimiento de su contexto cultural, es decir, sin fomento de las desigualdades de raza y de género, siendo la realidad de la excisión, de por sí, suficientemente dolorosa para sus víctimas.

En una primera parte, presentaré parte del proceso legislativo que llevó a la promulgación de la ley de prohibición contra la excisión, mostrando las controversias, las tensiones y los intereses en juego, para los principales grupos fuera y dentro del gobierno que participaron de este proceso. En una segunda parte analizaré el impacto del punto de controversia del proyecto de ley sobre unos grupos involucrados, en particular un grupo compuesto por mujeres africanas de origen somalí que luchan por la erradicación de la excisión en Gran Bretaña.

Ante todo, es necesario definir el término “excisión”. Para la Organización Mundial de la Salud, es “la extirpación de una parte o de la totalidad de los órganos genitales externos femeninos o toda herida de los órganos genitales femeninos por razones culturales o no terapéuticos”. La OMS, desde 1996, hace una distinción entre tres tipos de excisión. El tipo I, la clitoridectomía (“circumcision” en inglés) es “la extirpación del prepucio, con o sin excisión de una parte o de la totalidad del clítoris”. El tipo II, la excisión (“excision” en inglés), es “la extirpación del clítoris con la ablación parcial o total de los labios menores”. El tipo III, la infibulación (“infibulation” en inglés), es “la extirpación de una parte o de la totalidad de los órganos genitales externos y la clausura/estrechamiento de la abertura vaginal”. Existe también la expresión, más cargada emocional y políticamente, “Mutilación Genital Femenina” (MGF), para designar y denunciar el conjunto de estas prácticas. Esta expresión fue propuesta en 1990 para sustituir la expresión “circuncisión femenina” , en la Conferencia Regional del Comité Inter-Africano sobre las “Prácticas Tradicionales que afectan la Salud de las Mujeres y Niñas”, y fue oficialmente adoptada en 1991 durante el Seminario de las Naciones Unidas sobre estas prácticas. Es ahora utilizada principalmente por gran parte del cuerpo médico y por activistas de Europa y Africa que se oponen a esta práctica como una falta de respeto a los derechos humanos de las mujeres (Cameron, Rawlings, 1998).

De hecho, las principales razones tradicionalmente invocadas para justificar la excisión son la reducción del deseo sexual de la mujer a fin de mantenerla pura, fiel, y de aumentar el placer sexual del hombre. La excisión se practica también por motivos estéticos, es vista como embellecimiento del cuerpo femenino. Es además una garantía de cohesión social de la comunidad, puesto que una mujer no excisada encontraría un esposo con mucha dificultad. Finalmente, en Gran Bretaña, las familias consideran la excisión como un medio para impedir que sus hijas realicen matrimonios fuera de su comunidad (Dorkenoo, Elworthy, 1992/93).

La edad a la cual se práctica la excisión es variable. Ocurre principalmente entre los 4 y 10 años, pero también en la adolescencia, en el momento del matrimonio o durante el primer embarazo. En áreas rurales, se practica tradicionalmente con cuchillos especiales, tijeras, pedazos de vídrio u hojas de afeitar, sin anestesia o antisépticos, por una mujer de edad especializada en esta operación o comadronas tradicionales, acompañada de otras mujeres de la familia que sujetan a la niña. La intervención dura entre 15 a 20 minutos, dependiendo de la resistencia que opone la niña. Los hombres están presentes muy raras veces.

Para los primeros dos tipos de operación, se cierra la herida con mixturas de pasta hechas de varias hierbas. La infibulación es la más grave de todas las operaciones, los dos lados de la vulva son cosidos con espinas o suturas de seda o de cuerdas finas, y sólo se deja una pequeña abertura para el pasaje de la orina y de sangre menstrual. Para la cicatrización, se inmobiliza a veces a la niña durante semanas atándola desde al muslo hasta el tobillo. Se practica a veces una de-infibulación a fin de permitir la relación sexual y el parto, y generalmente, después del parto, se hace una re-infibulación.

En cuanto a las consecuencias biológicas de la excisión, las inmediatas son la hemorragia, la infección y la retención de orina, y las de largo plazo incluyen problemas urinarios, incontinencia, riesgo de infertilidad, disfunción sexual, dificultades con la menstruación, problemas con el embarazo y el parto, y un riesgo aumentado de transmisión del virus HIV. A nivel psicológico, las mujeres pueden sufrir de sentimientos de incompletitud, anxiedad, depresión, irritabilidad crónica, frigidez, conflictos maritales y hasta psicosis.

 Hacia una controversia

La discusión sobre la excisión en Gran Bretaña fue precedida de la discusión más importante sobre el tema a nivel internacional en 1979, con el seminario de Khartoum organizado por la OMS sobre “Las Prácticas Tradicionales que Afectan la Salud de Mujeres y Niñas”, donde los diez países africanos partecipantes se mostraron a favor de políticas nacionales a fin de erradicar la excisión. En 1980, gracias a la delegación sueca, se trató el tema en la Conferencia Mundial de Copenhague, y es también en 1980 que a nivel británico se publicó por primera vez, a iniciativa de la Ong Minority Rights Groups (MRG), un informe sobre la excisión practicada en Gran Bretaña. Se sabe que en esa época, mujeres africanas de Nigeria, Kenya y Sudan, donde la excisión era ilegal, iban a clínicas privadas de Londres para realizar la operación. Es a raíz de esos eventos y a partir de un individuo en particular, el parlamentario Lord Kennet, que se logró poner la excisión en la agenda política británica.

Según Elise Sochart (1987), es después de la lectura del informe del MRG que Lord Kennet, en 1982, decidió someter el tema de la excisión a su Parlamento, así como tomar contacto con los dos principales grupos comunitarios que en Gran Bretaña trabajaban directamente con mujeres afectadas por la excisión : Women’s Action Group on Excision and Infibulation (WAGFEI) (Grupo de Acción de Mujeres sobre la Excisión y la Infibulación) establecido en Londres en 1980 bajo el auspicio del MRG y coordinado por Stella Efua Graham, una enfermera de Ghana, y Somali Women’s Association (SWA) (Asociación de Mujeres Somalí) que era parte de Somali London Community and Cultural Association (SLCCA) (Asociación Cultural y Comunitaria Somalí de Londres), dirigido por Shamis Dirir, una mujer Somalí.

En la misma época, el debate se volvió más público por iniciativa de los medias británicos que revelaron que muchas excisiones se realizaban en Londres cada año, y que los otros grupos involucrados en el tema de la excisión eran la profesión médica y el Ministerio de la Salud. Si bien Lord Kennet y los grupos humanitarios querían con urgencia hacer de la excisión una ofensa en Gran Bretaña, no era el caso para el principal grupo de la profesión médica, el Royal College of Obstetricians and Gynaecologists (RCOG), o sea el Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos, entidad gubernamental que condenaba la práctica pero decía no poder interferir con “la manera en que los doctores practicaban la medicina”.

En el 1983, Lord Kennet, en su intención de introducir un texto de ley al Parlamento, convocó una primera reunión a la cual acudieron todas las partes, menos el Ministerio de la Salud que se oponía a una ley, prefiriendo, como el RCOG, dejar el control del asunto a la profesión médica. Por lo tanto, desde el inicio del proceso, se pudo distinguir claramente dos campos, los que estaban a favor de la ley contra la excisión, y los que querían dejar el control de la práctica a la profesión médica.

Lord Kennet, que no quería ver peligrar su proyecto de ley, quiso suscitar el interés público y escogió presentar su texto para una primera lectura en el Parlamento, un día antes de que la BBC presentara su documental “Excisión en el Sudán”. Estos dos eventos relanzaron el debate en la prensa nacional y en la prensa médica especializada, contribuyendo a una publicidad en defensa del proyecto de Lord Kennet. Nuevamente el RCOG y el Ministerio de la Salud se manifestaron en contra del primer texto de Lord Kennet, mientras el resto del cuerpo médico y los grupos humanitarios seguían a favor.

El texto declaraba en su primera cláusula : 1/ “Será ofensa para cualquier persona, a) excisar, infibular o mutilar la totalidad o parte de los labios grandes y pequeños o del clítoris de otra persona ; o, b) ayudar, animar, aconsejar o buscar la realización de cualquiera de estos actos por otra persona sobre el cuerpo de otra persona ; 2/ Una persona responsable de una ofensa bajo esta sección será pasible de a) en base a una condena, una multa y/o encarcelamiento por un período que no excederá cinco años, o b) en base a una condena sumaria, una multa que no excederá el máximo estatutario o, para Irlanda del Norte, £ 1000, y/o encarcelamiento por un período que no excederá seis meses. La segunda cláusula declaraba que no era “ilegal realizar la operación sobre una persona si a) la operación es llevada a cabo por un médico registrado que opina que la operación es necesaria para la salud física de esta persona o para la rectificación de una anormalidad ; o b) la operación es llevada a cabo sobre una persona que está dando a luz o acaba de dar a luz y por las necesidades relacionadas con el parto, por una comadrona registrada o una persona que está siguiendo una formación en vista de ser médico registrado o comadrona registrada.”

La controversia nació a inicios del 1984 a raíz de la segunda cláusula que declaraba que no era ilegal llevar a cabo la operación si es que “un médico registrado es de la opinión de que tal operación es necesaria para la salud física de esa persona”.

A esta cláusula el gobierno introdujo y añadió el aspecto de “salud mental”, dejando claro que la operación se podría realizar “si necesaria para la salud mental” de la persona, y que no se tomaría “en cuenta el efecto sobre esta persona de cualquier creencia que la operación es requerida en cuanto asunto de costumbre o ritual”. Es decir que la operación era posible por razones de “salud mental”, pero imposible por razones de “costumbre o ritual”.

Es la ley discriminatoria?

La Commission for Racial Equality (CRE) (Comisión por la Igualdad Racial), otra entidad gubernamental, reaccionó afirmando que está cláusula podría ser indirectamente discriminatoria, puesto que contemplaba la aceptabilidad de ciertas razones vinculadas al estado mental de la persona, excepto las razones directamente relacionadas con su cultura. La misma comisión declaró que era la primera vez que una ley “excluía de toda consideración la relevancia de una costumbre de un grupo étnico instalado en Gran Bretaña” y que “tal exclusión o precedente sería indeseable en principio”. Para la CRE, el gobierno, en su intento de poner condiciones a fin de que la operación fuera posible en base a razones estrictamente médicas, se había vuelto indirectamente discriminatorio desde una perspectiva racial.

Lord Kennet, en su artículo al Times (enero, 1984) Drawing a line between custom and cruelty (Trazando una línea entre costumbre y crueldad), explicó las razones de su desacuerdo con la cláusula del gobierno. Pensaba que era más conveniente tratar por una psicoterapia que por una cirugía el estado mental depresivo de una chica que se sentía anormal por no ser excisada. Su segunda objeción era que si la “salud mental” se permitía como figura de excepción a la prohibición, era según el, “discriminación racial”, puesto que si “la depresión blanca permitía una operación, la depresión negra no la permitía”. Según él, “permitir la mutilación de una chica blanca engañada y no de una chica negra engañada era indefendible”. Finalmente, su tercera objeción era que la ley no tenía en este caso que prohibir en base a una “costumbre o ritual”, sino en base a “actos de crueldad y daño como tales”. No se debía según él prohibir la “costumbre o ritual” de alguien sólo porque era costumbre o ritual.

El gobierno intentó explicar su posición, argumentando que “mientras la figura de “cirugía necesaria” necesitaba incluir el aspecto de salud mental, cualquier punto débil ocurrido por ese aspecto sería impedido por la exclusión de “costumbre o ritual” como base para una cirugía.

Otros miembros del gobierno y organizaciones humanitarias siguieron apoyando a Lord Kennet, argumentando que, además de que la cláusula fuera racialmente discriminatoria, el aspecto de “salud mental” era un punto débil que podría negar la intención de la ley, y finalmente temían que esta cláusula fuera una excusa para que la operación pudiera llevarse a cabo por razones de “salud mental”.

El proyecto de ley de Lord Kennet no fue promulgado, pero frente a ese fracaso, un miembro del Parlamento, Marion Roe, decidió introducir un nuevo texto de ley que lograse un compromiso entre el texto de Lord Kennet y la cláusula del gobierno. El problema del nuevo texto era que conservaba el de Lord Kennet, pero también la tan controvertida cláusula formulada por el gobierno.

La Asociación de Mujeres Somalí (SWA), al tomar conocimiento del nuevo texto de ley que consideraba “racista”, estableció un nuevo grupo de acción que tomó el nombre London Black Women’s Health Action Project (LBWHAP) (Proyecto de Acción para la Salud de las Mujeres Negras de Londres). Se trataba de un grupo comunitario dirigido por mujeres de Somalia, en su mayoría excisadas (LBWHAP, 1991), que trabajaban para atender los problemas de salud de las mujeres negras en Gran Bretaña.

La campaña de este grupo en contra de la cláusula del gobierno consistió en organizar un comunicado de prensa, en comunicar su posición a la Comisión por la Igualdad Racial y en hacer presión sobre los defensores del proyecto de ley. Lord Kennet transmitió el comunicado de prensa al Departamento de Salud y Seguridad Social, el documento declaraba que la cláusula del gobierno que incluía la expresión “costumbre o ritual” era racialmente discriminatoria, que durante el proceso legislativo no se había consultado a las “comunidades Negras” más afectadas por la práctica, y que la ley, si no iba acompañada de fondos destinados a programas educativos en materia de salud, no iba a erradicar la excisión, hasta talvez iba a volverse aún más clandestina, haciendo de los “padres protectores unos criminales potenciales”.

La ley contra la excisión fue promulgada en 1985, el gobierno ofreció a London Black Women’s Health Action Project un fondo para un programa educacional dirigido a la comunidad Somalí. Sin embargo, durante el 1985, el grupo de acción, a través de sus “community newsletters”, siguió mobilizando la comunidad en contra de la ley, y hasta hoy día, organiza su programa de eliminación de la excisión alrededor del concepto de “blackness” (“negritud”).

Las estrategias puestas en marcha para este programa parecen definirse, por lo tanto, en relación con modos de percepción negativos de parte de la sociedad británica y no en función de los hombres y de las mujeres de la comunidad somalí. Las divisiones según la raza parecen ser, para las comunidades africanas afectadas por la excisión en Gran Bretaña, de más peso que las divisiones según el género. De hecho, la literatura consultada menciona escasamente los posibles conflictos entre hombres, entre mujeres y entre hombres y mujeres generados por la práctica de la excisión al interior de la comunidad. La importancia de la raza en la identidad política ya había sido afirmada por ciertos grupos de mujeres en los años 80 : “…las mujeres negras en Gran Bretaña enfrentan problemas que…no pueden ser entendidos simplemente como la suma de sexismo y racismo…las mujeres negras no pueden…hablar de sus problemas fuera del contexto del racismo…” (Lovenduski, Randall, 1993). En 1989, en el “Informe de la primera conferencia nacional sobre la mutilación genital femenina”, una responsable somalí del LBWHAP escribió: “Sentimos que la excisión debe ser entendida y ubicada en el contexto general de la lucha negra…dos áreas principales componen este cuadro : primero, contrarrestar el control del estado, la represión y la criminalización de los asuntos de sexualidad femenina, y segundo, contrarrestar la imagen de los negros…como llevando a cabo prácticas primitivas “bárbaras.” La expresión “Mutilación genital femenina” es un ejemplo de lo que las comunidades africanas de Gran Bretaña viven como criminalización, estigmatización y por lo tanto racismo. Es una expresión usada oficialmente por entidades del gobierno como el RCOG y por gran parte de los profesionales de la salud. Es también el caso del verbo “mutilar” que se encuentra en la primera cláusula de la ley contra la excisión.

Estos términos, si bien tienen el mérito de denunciar la práctica y de concentrarse sobre los efectos biológicos dañinos de la excisión, no toman en cuenta el contexto cultural de la práctica como condición esencial de su eliminación.

Esta actitud, percibida como discriminatoria, obstaculiza las iniciativas de erradicación de la excisión y despierta desconfianza e inhibición entre las mujeres excisadas que necesitan atención médica. En 1998, una encuesta mostró que muchas mujeres somalíes de Tower Hamlets, un barrio del Este de Londres, se sienten negativamente juzgadas por los profesionales de la salud y encuentran el término “mutilación” “estigmatizante y alienante”, siendo “excisión” la denominación de su preferencia (“circumcision” en inglés) (Cameron, Rawlings, 1998).

A la luz de las resistencias y estrategias de London Black Women’s Health Action Project, se podría formular la hipótesis de que la ley, tal como fue formulada y promulgada, condicionó el contexto en el cual esta institución organizó su lucha por la eliminación de la excisión.

Conclusión

La principal controversia de todo este proceso, es decir la formulación de la segunda cláusula del proyecto de ley, hizo perder de vista el tema que debió ser central, es decir encontrar la mejor manera de erradicar la práctica de la excisión en Gran Bretaña. Eso pasa por el financiamiento de programas de educación, pero el gobierno propuso ofrecer fondos sólo al final del proceso legislativo, seguramente para que los grupos opuestos a la ley no siguieran en campaña contra el gobierno.

El tiempo dedicado al proceso legislativo fue más usado en vista de proteger los intereses del gobierno y de la profesión médica, que en consultar a las mujeres africanas, entender el contexto cultural de la excisión y encontrar, junto con ellas, verdaderas estrategias para proteger a niñas y mujeres, aunque en un inicio todas las partes estaban de acuerdo sobre el hecho de que se tenía que eliminar la excisión. En ningún momento hubo un real debate sobre la necesidad o no de una ley en función de la protección de las mujeres, y cuando el gobierno expresó su poca convicción de tal necesidad, fue sólo pensando en sus intereses propios, y no en el peligro de ver la práctica volverse más clandestina por la existencia de una ley vista como discriminatoria, o en el peligro de ver a mujeres africanas sentirse criminales y por lo tanto en desconfianza y temor frente a las autoridades gubernamentales de salud y educación. Hasta que punto una ley que por un lado prohibe la excisión pero que por otro, bajo ciertas condiciones, la permite, puede afirmar proteger a las mujeres ? No será al contrario que esta ley, por su contenido estigmatizante y por su naturaleza prohibitiva, acaba obstaculizando el proceso de erradicación de la excisión ? Las autoridades británicas ya conocían ese peligro, puesto que su primera respuesta a la excisión remonta a los años 40, cuando el gobierno colonial británico prohibió la excisión en Sudán sin tomar en cuenta la cultura local. Esto resultó en la clandestinidad de su práctica y en su continuación como expresión de resistencia frente a la prohibición británica (Bibbings, 1995).

A pesar de las dificultades encontradas, se debe reconocer que la ley puede tener un impacto disuasivo sobre la práctica de la excisión en otros países. Se puede por lo tanto considerar como un paso adelante hacia una concientización sobre los peligros de la excisión. Desde la promulgación de la ley, Gran Bretaña dio otros pasos en este sentido. A nivel internacional, es firmatorio de CEDAW, del Plan de Acción Global y la Declaración de Pekin (1995). El segundo objetivo estratégico de la sección “Niña” de la Acción de la Plataforma Global es “eliminar las actividades y prácticas culturales negativas contra las niñas”. Gran Bretaña debe monitorear la implementación del contenido de las Convenciones. Esta responsabilidad es de los ministros de las mujeres, apoyados por la Unidad de la Mujer del gobierno británico. Además, en la Conferencia de la Comisión sobre el Estatuto de las Mujeres (marzo 1998) , Joan Ruddock, entonces Ministra británica de las Mujeres, reiteró la resolución europea de 1997 de intensificar esfuerzos para concientizar sobre los efectos dañinos de ciertas prácticas tradicionales.

Sin embargo, La Comisión Nacional de las Mujeres, un comité de consejo del gobierno, en su informe “Creciendo mujer en Gran Bretaña” (1997), expresó su preocupación al constatar que las 10000 niñas expuestas a la excisión en Gran Bretaña no eran adecuadamente protegidas contra esta práctica. De hecho, los programas actuales son escasos y los grupos étnicos de mujeres necesitan más fondos para poder implementarlos.

Desde que la ley fue promulgada en 1985, ninguna arrestación, ningún juicio tuvieron lugar en Gran Bretaña, lo cual no quiere decir que la excisión no se practique. Como lo dije al principio, actualmente, se estima que 3000 niñas y mujeres son excisadas cada año en Gran Bretaña y este número va en constante aumento por la llegada de refugiadas en proveniencia de Somalia.

Sin embargo, son pocas las autoridades británicas que tienen un buen conocimiento de las poblaciones que practican la excisión en su zona de acción, faltan medidas y planes para identificar las niñas bajo riesgo y, debido a la ignorancia de numerosos profesionales de la salud y de la educación por falta de material para formarles sobre la excisión, no existe asistencia seria para las mujeres que necesitan información y atención médica (Forward, 1998). En 1998, sólo el 35% de las autoridades locales tenían políticas específicas sobre la excisión, mientras que el 14% decía tener proyectos para el futuro. Estas mismas autoridades locales dudan con frecuencia en entrometerse en prácticas culturales a pesar de las leyes nacionales e internacionales, y se reporta muy poco los casos de excisión a las autoridades.

Una práctica ancestral como la excisión no se erradicará gracias a una sola ley, sino gracias a programas preventivos y educativos financiados por el gobierno y cuyos diagnóstico, implementación y evaluación deberían ser efectuados por medio de una acción participativa de hombres y mujeres de la comunidad, con la orientación y dirección de miembros informados de la misma comunidad, que ya tendrían un buen conocimiento del contexto cultural e histórico de la excisión. Los debates parlamentarios británicos siguen hasta hoy día sobre el tema de la excisión. El gobierno está ahora tomando conciencia de que demasiado poco se hizo en defensa de las niñas y mujeres. Esperemos que los grupos que en 1985 fueron sólo interesados en proteger los intereses propios a su profesión, y que además hicieron promulgar, en nombre de estos intereses, una ley que fue percibida como racialmente discriminatoria, tomen ahora conciencia de la gravedad de la excisión, hagan que se rompa lo que parece ser una conspiración del silencio y decidan proteger con responsabilidad y un real compromiso a cada niña y mujer africana que actualmente está expuesta a la “mutilación genital” o ya fue “mutilada” en Gran Bretaña.

Referencias Bibliograficas

Bibbings, Lois,  1995 Female circumcision: Mutilation or Modification?, Law and Body Politics, Regulating the Female Body, Bridgeman, Aldershot, Dortmouth.

Cameron, Joan and Rawlings Anderson, Karen, 1998 “Circumcision”, culture, and health-care provision in Tower Hamlets, Gender and Development, Oxfam.

Dorkenoo, Efua and Elworthy, Scilla,  1992-93 Female Genital Mutilation: Proposals for Change

Forward (Foundation for Women’s Health Research and Development) 1998 Out of sight, out of mind? The report of a survey into inter-agency policies and procedures relating to female genital mutilation (FGM) in England and Wales; London.

LBWHAP (London Black Women’s Health Action Project)  1998  Annual Report 1997-98.

LBWHAP,  1991  Is Female Circumcision Child Abuse? Report of a one-day conference held on 17th May 1991 at Jagonari, London, for Professionals and Community Leaders.

Lovenduski, Joni and Randall, Vicky, 1993 Contemporary Feminist Politics, Oxford University Press

Mason David, 1995  Race and Ethnicity in Modern Britain, Oxford University Press

Sochart Elise, 1987 Legislating against female circumcision: social reform or placebo politics, Strathclyde Papers on Government and Politics, n° 54.


[1] Phd Candidate, Universidad Blaise Pascal, França.